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Semana 51: Día 354: Entrenando bajo la lluvia invernal

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Estos días han sido duros para los que entrenamos al aire libre. Después de varios días de un calor inusual, el invierno no se quizo despedir sin calarnos el frío en los huesos, y después de interminables días de lluvia, ayer decidimos correr igual.

En principio el entrenamiento se había cancelado. Corremos por Acassuso, y además de que seguía lloviendo y estaba muy pero muy fresco, se había acumulado agua y había unos enormes charcos (donde no estaba todo embarrado). Encima, el Hipódromo de San Isidro está junto a una calle que los automóviles confunden con una pista de carreras, y si hay un mínimo charquito, cuando te pasan por al lado te empapan de arriba a abajo. En verano es más divertido de lo que era anoche.

Pero yo me quejé. Porque quería correr. Independientemente de lo que decida el clima, yo necesito salir de casa. Estoy todo el día encerrado, frente a la computadora. Me duele la espalda de estar tanto tiempo sentado, y mi cabeza necesita desconectarse del trabajo. Entrenar es mi momento, estoy todo el día esperando para salir. Mi plan B era ir a hacer cinta al gimnasio, pero no es lo mismo. También está el contacto con mis pares, con esos loquitos que, como yo, necesitan de esto. Por suerte no fui el único. Un par de «valientes» (véase el post de ayer) también se animaban a venir. Confirmamos presencia cuatro, mientras el resto de los Puma Runners decidió, en todo su derecho, quedarse sequitos en casa.

Ya expuse los motivos por los que creía que quienes salían a correr así eran unos valientes. Otros estuvieron en desacuerdo, considerando que no valía la pena enfermarse. A mí me pareció una excelente oportunidad para probar mi ropa de abrigo y cómo funcionaban mis guantes de neoprene en la lluvia. No les tenía mucha fe, pero anduvieron muy bien, y mientras corría me calentaron mucho las manos. Hicimos dos vueltas al Hipódromo, que equivale a un poquito más de 10 kilómetros. El frío dejó de sentirse enseguida, y después estar bajo esa garúa fue un placer. Además, esa inmensa manzana (que da un recorrido de 5 km) estaba absolutamente desierta. Con los primeros calores va a estar atestada de bicicletas, chicas paseando a sus diminutos perros, señoras caminando, y hasta grupos de entrenamiento que se mandan en bloque, ocupando todo el ancho de la vereda. Ahora era absolutamente de los loquitos que, a pesar del clima, salieron a correr.

Me sentí muy bien, lo necesitaba. Podría haberlo hecho solo, pero no iba a ser lo mismo. Tenía que estar nuestro entrenador orientándonos, la charla durante la vuelta y el post entrenamiento. Durante el fondito me tuve que sacar la campera de lluvia porque me daba mucho calor, y al final me la volví a poner para no enfriarme. En el restaurante donde cenamos me cambié y me puse una remera, un buzo, medias y un pantalón secos. Porque la idea era sobrevivir para contarlo.

A mí me sirvió entrenar bajo esa lluvia invernal. Pude probar mi campera y mis guantes. Y salir un poco de mi zona de comfort, en mi seco y calentito hogar. Sumé un poco para el cuentakilómetros, que está a punto de volver a cero, y pasé un buen rato con amigos. No quería perdérmelo, y me alegro mucho de haber estado ahí.

Semana 51: Día 353: Tiempo de valientes

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Frío y lluvia. Aquí es donde se dividen los corredores amateurs de los espartanos. Es tiempo de valientes, es hora de demostrar cuánto nos dejamos llevar por nimiedades y hasta dónde estamos dispuestos a sacrificar.
Hoy es un verdadero día invernal. Hace rato que llueve y todos pensamos «¿entreno o me quedo en casa?». Y la comodidad tira, pero correr no es cómodo. Si no duele, si no cuesta, si no nos hace transpirar… ¿para qué hacerlo?
No corremos para tomar atajos, lo hacemos para superarnos. Para, justamente, salir de nuestra zona de confort.
Hoy llueve mucho y hace bastante frío. La lógica de la comodidad podría indicarnos que nos quedemos secos y bajo techo. Pero, si me preguntan a mí, prefiero abrigarme, ponerme algo impermeable y averiguar hasta dónde puedo llegar. Porque puede llover y refrescar en cualquier carrera. Ya sea en una competencia de calle como en Patagonia Run, La Misión o la Adventure Race Pinamar, el frío y la lluvia nos puede sorprender. Y yo quisiera estar ahí algo preparado. Una carrera es el último lugar para improvisar (no por nada entrenamos). Y si nos vamos de viaje al sur, en un día como hoy, no nos vamos a quedar en el hotel.
Aplaudo a los valientes que no le temen a las inclemencias del clima. Hoy elijo unirme a ellos y averiguar qué me depara el destino.

Semana 38: Día 264: Entrenar con frío

Nuevamente estoy camino a mi entrenamiento, en el tren ramal Tigre. Otra vez estoy esperando esa revolución en el transporte que nos prometió Randazzo. Pero se sigue atrasando, los carteles electrónicos anuncian servicios midiéndolos con minutos de 90 segundos, y a veces las pantallas directamente no arriesgan ningún horario.
No me gusta llegar tarde, sin embargo nunca hago a tiempo. Tengo que empezar a salir más temprano.
Estamos a pasos del invierno,y después de un otoño con bastante buen clima, esta semana salir a entrenar de noche fue un acto de conmovedor coraje. Volvimos a correr con abrigo, los ojos llorosos por el viento frío y las veredas más vacías que nunca.
Yo vivo estos días con una mezcla de alegría, porque gay más espacio para entrenar, con sufrimiento. El frío me cala los huesos, algo que cuando estaba por encima de los 75 kg no me afectaba. El haber pedido masa adiposa me disminuyó mi aislante natural. No sé si quejarme, sé de gente que disfruta este clima y lo recibe con sus ventanas abiertas. No es mi caso.
El ver las veredas vacías me hace pensar en la cantidad de gente que desaprovecha estos meses gélidos. Por supuesto, correr en primavera es hermoso, pero ¿para qué interrumpir el entrenamiento? El cuerpo se desacostumbra rápido a la falta de ejercicio, y después habrá que empezar de cero.
Leí por ahí (o sea, en internet) una frase que decía «Los cuerpos del verano se construyen en el invierno» (o algo muy parecido). Esta época no hay que desaprovecharla. Basta con tener un abrigo adecuado, en especial para el final del entreno. Yo suelo salir en pantalón corto porque en seguida entro en calor. Hoy, que hace 9 grados (quizá menos en Acassuso), me puse la calza, que es mi límite de mariconeo. En casos de frío extremo (más en montaña que en ciudad) opto por un par de guantes. Rara vez uso un cuello todo el tiempo. Como decía, el cuerpo entra en calor, y prefiero buscar un equilibrio que correr con frío y mojado de transpiración.
No recuerdo unas vez en que entrenar con frío me haya hecho mal. En todo caso, lo peor vino cuando llegó el momento de detenerme…

Semana 33: Día 229: Llegó el invierno

Bueno, es cierto que al otoño le queda más de un mes. Pero el contraste entre la temperatura de esta semana y la anterior es increíble. Nuestro cuerpo está muy bien adaptado a los cambios climáticos, y por eso hemos conquistado gran parte del planeta… pero nadie está preparado para un descenso de 10 grados en el termómetro.

Pongo en tema a los lectores extranjeros: Bueno Aires está en el Hemisferio Sur, donde actualmente es otoño, mientras que en el Hemisferio Norte es primavera. Puede sonar a una obviedad, pero eso es porque nosotros (los sudacas) estamos acostumbrados a mirar hacia el primer mundo, añorando una Navidad con nieve y no estar comiendo nueces y garrapiñadas con 35 grados centígrados. Me he cruzado con mucha gente de otros países que, por no haber viajado al exterior de su propio continente, desconocía esta distinción.

Así que, después de haber estado entrenando en musculosa y pantalón corto, hoy llegó el turno de desempolvar las calzas y los guantes. Después de haber sufrido varias veces el clima de la montaña, estoy bastante bien preparado para el abrigo de corredor. Creo que soporto más el calor que el frío, aunque haya gente que prefiera lo inverso. Mientras corría no tuve ningún problema. El tema era frenar y enfriarse al toque.

Ha pasado mucho tiempo desde que Emil Zatopek entrenaba corriendo en la nieve, con sus borceguíes y su mujer a caballito. Ahora tenemos ropa liviana, rompevientos y muy abrigada. El entrenamiento de hoy incluía varias progresiones que no pude hacer sin guantes. Las extremidades, así como todo lo que sobresale de la cara (nariz, orejas) es lo que más tenemos que proteger del frío, porque es donde más lo sufrimos. No tiene sentido torturarse y hacerse el macho, siempre es mejor prevenir y tener algo de manga larga y un pañuelo (buff) de repuesto en la mochila. Nunca se sabe cuándo este clima traicionero va a hacer de las suyas.

No tenemos que olvidarnos de que, por más que haga un frío de escupir bolitas de hielo, tenemos que hidratarnos. El clima congelado puede hacer que no nos demos cuenta de que hay que reponer líquido. Este pre-invierno no tiene que disuadirnos de entrenar. Igual pudimos disfrutar, con nuestros compañeros de los Puma Runners y otros valientes, de una noche de entrenamiento. Yo de a poco voy volviendo a mis niveles anteriores, aunque siempre aparece un dolor nuevo en el camino. Está todo bien, son señales de que hay puntos en el cuerpo que hace falta reforzar. Y todo lo que sembremos en estos meses gélidos es lo que vamos a cosechar en la primavera y el otoño. Por falta de prevesibilidad o por fiaca nos podemos encontrar con que el tiempo se agota, y como millones de personas vamos a esperar a los primeros calores para salir a disfrutar del aire libre. Bueno, aunque sea de noche, haga frío y estemos abrigados hasta las orejas, podemos estar afuera, con el cielo estrellado y vapor saliendo de la boca, y disfrutarlo mucho…

Semana 41: Día 285: Correr en invierno

Estas semanas han sido bastante duras para quienes queremos disfrutar de entrenar al aire libre. Pero cortar con las rutinas porque haga frío no es una buena idea. No solo porque interrumpimos nuestro progreso, sino porque nunca sabemos con qué clima nos vamos a encontrar en una carrera, y siempre conviene estar preparado para cualquier situación.

Científicamente no existen beneficios entre correr un día soleado y uno de invierno, que no sea algo puramente motivacional. Solo se deben extremar ciertas precauciones, como un calentamiento más prolongado. Con el frío, el músculo está menos lubricado y por eso cuesta más moverse. Además el abrigo es fundamental, en especial en las manos y en la cabeza. A veces el clima puede ser tolerable, y una vez que hayamos entrado en calor hasta empezaremos a transpirar. Pero no es del todo bueno desabrigarse. La transpiración hará que sintamos más el frío, ya que el agua es un gran conductor de la temperatura.

Y hablando de transpirar, aunque haga fresco no tenemos que descuidar la hidratación. Quizá como no sudamos tanto no sintamos la necesidad de tomar líquidos, ya que disminuye la sensación de sed. Pero tan solo una pérdida del 3% del peso corporal en agua implica menor concentración y memoria, además de una baja notable en el rendimiento físico e intelectual. Para el cuerpo no hay diferencia si la bebida es fría o caliente, lo que importa es que esté bien hidratado.

Aquí encontré 5 consejos para ejercitar en invierno, que no tienen desperdicio:

1. Llegar en forma al verano: cuando llega el calor todos nos desesperamos por lucir sanos y esbeltos. Sin embargo, si empezás desde ahora, no vas a tener que realizar grandes esfuerzos, sino que vas a llegar holgadamente a tus objetivos de estar en forma y saludable simultáneamente.

2. Entrar en calor: aunque nos de vagancia salir de casa por el frío, el ejercicio físico es una buena forma de calentar nuestro cuerpo mediante el movimiento, así mientras permanezcas activo no vas a sentir las bajas temperaturas y además, tu cuerpo te lo va a agradecer.

3. Compensar: los hábitos alimentarios durante el invierno se modifican y, por lo general, las calorías se incrementan un poco. Entonces, dejar de moverte en invierno puede ser la causa de un leve aumento de peso con el que tendrás que luchar en verano. En cambio, si continuás ejercitándote, vas a compensar el consumo levemente superior de calorías y vas a evitar que tu peso se modifique.

4. Diversión: ocurre que las bajas temperaturas también son motivo de situaciones aburridas, en las cuales nos encontramos más propensos a comer. Por eso, buscá el ejercicio que más te agrade y te divierta, y no solo vas a ahorrar, sino que vas a gastar calorías, cuidar tu salud, y disfrutar de una actividad diferente.

5. Salud por todos lados: todos sabemos que la actividad física ofrece muchos beneficios para la salud. Ejercitarse en invierno puede aliviar el estrés, prevenir estados depresivos y asténicos propios del frío, mejorar tus defensas para evitar resfriados, fortalecer tus músculos, favorecer el funcionamiento del corazón y cada una de las porciones de tu organismo.

Semana 38: Día 260: Ese maldito frío

Cuesta creer que la Tierra fue alguna vez una bola de lava incandescente. Millones de años después, sigue sorprendiéndome que porque el planeta se aleje un cachito del sol (para el Universo, miles de kilómetros son un cachito) nos muramos de calor o nos congelemos de frío. Pero así de adaptable es el ser humano, y esas son las reglas del mundo en el que nos tocó vivir.

Tanto cambio climático (el real, no el del efecto invernadero), puede tener sus consecuencias en el estado de salud. Desde que bajé de peso y perdí grasa, sufro las bajas temperaturas como nunca en mi vida. Manos y pies helados, castañeteo de los dientes… reacciones poco habituales en mí, que podía andar en remera durante el otoño. La losa radiante ha sido un enorme aporte en mi vida, pero a veces eso no alcanza.

El jueves decidí correr a las 7 de la noche desde Barracas hasta Colegiales. Estaba fresco y transpiré un montón. No puedo decir que me arrepienta, porque me encantó. Pero quizá tomé demasiado frío y acá estoy, con la nariz tapada, pequeños episodios de tos, estornudos… y el día que no ayuda. Con Vicky decidimos aprovechar el sol (al que ella llama «el poncho de los pobres») pero no alcanzó para que suba mi temperatura interna. Me congelé, y me sorprendió cuando ella me dijo que hacía el mismo clima que en Marcos Paz, durante la Ultra Buenos Aires. ¿Yo corrí con un día así? Eso parece…

Habrá que ver si uno decide que es buen negocio perder peso (y grasa) a cambio de sufrir un poco más el frío. Ojalá tuviese un efecto comparativo con el verano y uno soportara mejor el calor. Pero no, venimos diseñados así, fuertes mentalmente, pero con un cuerpo que no puede soportar que la Tierra se aleje unos miles de kilometritos de una estrella del tipo espectral G2…

Semana 43: Día 299: Los 7km de Kleenex

Por suerte se alinearon los planetas, y casualmente en el día 300 de mi entrenamiento tuve una carrera. Venía super-oxigenado de Perú, entusiasmado por haber vuelto a entrenar con mi grupo, y con ganas de estrenar mis guantes primera piel en una competencia. Una forma de festejar este número mítico a lo grande.

Pero, por supuesto, aunque uno planee las cosas, no siempre salen como uno las imagina.

Quizá exagere, pero esta mañana me pareció el día más frío del año. Nos juntamos con los Puma Runners a desayunar. Generalmente conseguimos inscripciones gratis por ser auspiciados por la marca del pumita, y siempre pasa que corro con el chip de otra persona. No es la muerte de nadie, pero tampoco está bueno terminar con un tiempo y que en el excel de los resultados aparezca algo completamente distinto. Esta vez, desayuno mediante, teníamos tiempo de organizarnos, repartir los kits, y evitar que yo me vuelva a quejar.

«¿No hay chip?», pregunté. «No, para esta carrera no hay», me respondieron con total seguridad. No es la primera vez que participo en una competencia donde es uno el que tiene que controlar su tiempo de llegada. Eran relativamente pocos kilómetros, así que no me sorprendió.

Nos abrigamos y salimos hacia la largada, en Monroe y Figueroa Alcorta. La policía ya estaba controlando y cercando las inmediaciones de la cancha de River, para el partido que significaría su descenso a la B Nacional. El conductor que nos llevó hasta la carrera, nuestro amigo Mak y fanático del millo, tenía muy pocas esperanzas para su equipo.

Tenía mis dudas si correr en pantalón corto o no. Tuve un momento de iluminación, y antes de bajar me puse unos calzoncillos largos de lana. No son tan glamorosos como unas calzas, pero abrigan y es lo que importa. Cuando tomé contacto con el exterior, entendí que estaba tomando la decisión correcta. No sé cuánto marcaría el termómetro, pero se sentía como si uno fuese a escupir cubitos de hielo. Trotamos para entrar en calor, estiramos un poco y fuimos a la salida. Es importante tratar de salir adelante, sobre todo si no tenemos chip que nos descuente el tiempo que tardamos en pasar por debajo del arco.

Como siempre, comenzaron antes las categorías especiales, acompañado de un aplauso enguantado del resto de los corredores. A las 9:30 de la mañana, el cronómetro llegó a cero, y largamos. Después de ese fastidioso embudo en el que uno recibe no menos de cinco codazos y empujones, encontré una abertura y empecé a correr, con zancada larga y acompañando con los brazos. ¿Cuánto tiempo aguantaría ese ritmo? No demasiado.

El frío era tal que me lloraban los ojos. A los pocos metros noté que me costaba respirar. Estaba congestionado, y no ingresaba el aire suficiente. Si inspiraba por la boca me arriesgaba a enfermarme de la garganta, así que aguanté todo lo que pude. Pasé el km 1 a los 3 minutos, 30 segundos. Si sostenía esa velocidad, haría la mejor carrera de mi vida. Mi objetivo era llegar abajo de 28 minutos, y si empezaba fuerte, tenía margen después.

Pero respirar era muy dificultoso. No tenía frío, eso era algo. Crucé el km 2 a los 7:20, eso significaba que mi velocidad había bajado bastante. Nada alarmante, necesitaba concentrarme en encontrar mi ritmo y mantenerlo. Pero en cada control, el cronómetro me señalaba que iba un poquito más lento. En el km 3 me acostumbré a mi nariz tapada o se destapó un poco, porque empecé a respirar con más naturalidad. La ruta de la carrera era muy conocida por mí, en la zona de los lagos de Palermo. Por esta etapa noté que el cordón de mi zapatilla izquierda se había desatado. Los segundos contaban, así que decidí no darle importancia (y no pisarlos).

No estaba seguro de si aumentar la velocidad o aguantar hasta ver la meta. No encontraba tampoco ningún corredor para «sentarme» e ir a su ritmo. O los pasaba, o me pasaban y los perdía de vista. Reconozco que correr en la calle me gusta. Es una experiencia muy diferente a las carreras de aventura, pero siento que el paso es seguro, sin riesgos a torceduras o tropezones.

Crucé el km 6 a los 24:30. Si sostenía esa velocidad crucero, no iba a cumplir mi meta. Empecé a aumentar la zancada. Tenía que hacer la misma velocidad de cuando arranqué. ¡Muy difícil! Esperé al sprint para cuando viese la llegada. Comenzó a asomarse atrás de una curva, y piqué. Con todas mis fuerzas. No podía distinguir qué decía el cronómetro. Cuando estaba a unos 20 metros, vi que marcaba 28 minutos exactos. Pasé por debajo del arco 5 segundos después.

Estaba feliz y atontado, esa típica sensación que uno tiene al llegar a la meta. Me dieron agua helada, y me recordó a las botellas calientes que repartían el 31 de diciembre en la San Silvestre. Mientras avanzaba, intentando pelar una banana con guantes, veía que los otros corredores llegaban y entregaban su chip. Sí, era con chip. Recibimos un mal dato, y ninguno podrá contabilizar su tiempo. Por suerte llegué justo antes que una mujer, así que entre lo que indicaba el cronómetro y ese dato, me sirvió para ubicarme y calcular mi carrera en 28:03 neto. Creo que en la general hubiese llegado en la posición 60, así que, aunque no logré mi objetivo por 4 segundos, me siento bastante orgulloso con este resultado.

Afortunadamente los calzoncillos largos me protegieron en la post-carrera, mientras esperaba la llegada del resto. Mientras corro no suelo tener frío en las piernas, pero el tema con estas temperaturas es cuando uno deja de hacer actividad física. No hay que subestimar al invierno.

Cuando nos juntamos todo el grupo, nos fuimos a hacer un segundo desayuno, esta vez con sanguchitos de miga. Charlamos, nos divertimos un rato, y sin que nadie lo supiera, festejamos 300 días de entrenamiento.

Faltan sólo 64 para el final de las 52 semanas…

Semana 43: Día 298: Combatiendo al frío

Por primera vez en mi vida realmente estoy corriendo con frío.

Antes me quedaba en casa, calentito, mirando alguna película. Públicamente maldecía al clima, y juraba volver apenas subiera el termómetro por arriba de los 15 grados. Con el compromiso que asumí en Semana 52, intento no saltearme el entrenamiento. Más que una obligación, aprendí a disfrutarlo mucho más que antes. Pero me encontré con la novedad de correr hasta que se te congelan las orejas, y las manos quedan entumecidas.

Hoy por la mañana fuimos a correr. Pocas veces sufrí tanto la temperatura. No me molestaba tanto en el cuello o en la cara. Ni siquiera en las piernas, estoy muy acostumbrado a los pantalones cortos, llueva, truene o caigan meteoritos. Sin embargo, me sorprendió el dolor que sentía en las manos, especialmente en nudillos y el dorso. Generalmente me aguanto con una remera, y hasta he corrido en musculosa. Hoy tenía mangas largas, pero no me las podía estirar como para hacer la gran tortuguita y meter mis pobres dedos adentro. Corrí una hora y media jurando que me iba a comprar guantes.

En una reciente expedición hacia la Costanera Sur descubrí un vendedor callejero que vendía montones de excelentes artículos para corredores. Este personaje siempre visita las carreras de calle que se hacen por Palermo o Puerto Madero, con su mantita y precios accesibles. Antes de viajar a Perú lo conocí, y le compré un pañuelo de esos que son un cuello sin costura. Realmente son increíbles, muy adaptables, y no retienen tanta humedad si uno se lo pone tapando la boca. Distinto es con los que son de polar, que se van mojando con la transpiración y el vapor de la respiración. Este hombre también vendía unos guantes a los que llamaba «primera piel». Eran muy finos, y según él muy abrigados. Cometí el error de no comprárselos porque era un modelo femenino. En eso pensaba hoy, mientras se me congelaba la sangre que corría en mis manos.

El consejo que siempre escucharemos cuando entrenamos en el frío, es no perder el calor. Así que entre cada etapa la elongación era lo más rápida posible, como para mantenerse todo lo posible en marcha. Intenté calentar mis dedos poniéndome las manos abajo de las axilas, pero ayudaba poco. Terminamos de entrenar, y huimos raudamente del aire libre.

Con Vicky (y los Puma Runners) vamos a correr mañana los 7 km de Kleenex. Prometen temperaturas alrededor de los cero grados (tanto Celcius como Farenheit) así que dijimos «Basta de sufrir, vamos a comprar guantes». Ir hasta Costanera Sur parecía demasiado aventurado. Este excéntrico vendedor bien podría tener sentido común y no haber ido a trabajar. Así que fuimos de excursión a los Outlets que hay por Belgrano. La búsqueda no tuvo resultados. Sólo conseguíamos accesorios para la nieve, y con esos guantes íbamos a parecer astronautas. Creíamos recordar que había un local de Montagne, pero no lo pudimos encontrar.

La siguiente opción era ir al shopping del Alto Palermo, que tiene MUCHOS locales de deporte. Creo que nos faltó preguntar en Frávega, porque entramos a TODOS los locales, sin nada de éxito. Sólo se conseguían guantes de lana o para esquiar. Nada más.

Nos fuimos frustrados y confundidos. Caminando, derrotados, al subte, nos cruzamos con un local de Montagne que parecía minúsculo. No teníamos nada que perder. «¿Entramos?». «Dale».

Parece que conseguir guantes de primera piel no es tarea fácil, ni lo será, porque en este local tenían muy pocos pares. Los femeninos, para Vicky, le quedaban pintados. Los de hombre eran gigantes. Sentí disminuida mi hombría, y pregunté si podía probarme los de mujer. Quedamos con mi media naranja no contarle a nadie que tengo manos de señorita, pero me llevé el mismo modelo que ella, y me quedaban fantásticos. Realmente abrigan y se notan cómodos para maniobrar cualquier clase de objeto. De hecho, la prueba de fuego es este mismo post, que estoy tipeando con los guantes puestos.

Todavía no conseguí que una marca auspicie este blog, pero si tuviese que recomendar guantes para correr, sin ninguna duda recomendaría estos. Mañana igual los voy a estrenar en una carrera, para ver si pasan el control final de calidad. Espero que eso de que son un modelo femenino no salga de este blog…

Semana 40: Día 277: Correr con frío

Hoy fue mi último entrenamiento con los Puma Runners antes de viajar a Lima. Por supuesto, el frío hace que muchos decidan quedarse calentitos en casa, pero algunos valientes salimos a enfrentar las bajas temperaturas y entrenar. Después de todo, con la inminencia del viaje tengo que aprovechar cualquier oportunidad para estar en óptimo estado ante la inminente Maratón de Córdoba.

Hacía rato que no sufría tanto el frío, y quizá tenga que ver con que perdí 10 kilos de grasa en las últimas 40 semanas. Eso, de algún modo, ayuda a soportar el clima gélido, así que ahora dependo de ropa y previsión. Generalmente me la banco y corro en pantalón corto y musculosa. Hoy pude ir con las piernas descubiertas, pero necesité un buzito de manga larga. Y no pude evitar correr con guantes. Resulta que las manos son la única parte del cuerpo que no entran en calor cuando corremos, excepto si las cubrimos.

A veces el recorrido de nuestro entrenamiento no nos permite modificarlo, porque ante mucho frío podríamos buscar la luz solar, el reparo del viento, entrar en calor en casa (antes de salir) o directamente hacer cinta en el gimnasio. Sin esta posibilidad, tenemos que abrigarnos correctamente, en especial las zonas que sobresalen (manos, orejas, nariz, etc), que son las que más sufren el frío.

En climas invernales como el de hoy, es importantísimo estar atentos al tema de la respiración. Si inspiramos por la nariz, calentamos el aire antes de que llegue a los pulmones y cuidamos a nuestros bronquios. Podemos reforzar esto con algo que nos cubra la boca y la nariz. Pero tenemos que tener la misma precaución que con cualquier prenda, si se moja nos la tenemos que cambiar lo antes posible. Los materiales sintéticos, además, no aislan del frío ni se secan tan rápido.

La hidratación es tan importante como en el verano, y no hay que descuidarla. Correr en épocas de bajas temperaturas parece una tarea de valientes: la gente suele acordarse de hacer actividad al aire libre cuando se vienen las vacaciones. Pero con el frío el cuerpo pierde calor (sobre todo en las extremidades), y para luchar contra el esto se multiplica la combustión calórica. Así podemos legar a quemar muchas más calorías corriendo en esta época del año que durante la primavera o el verano.

Así que, a menos que estemos engripados, el frío no es una excusa para no entrenar. Un buen estado físico incluso ayuda a mantener al sistema inmunológico más fuerte… y nos ayudará a que sigamos progresando. Nuestro cuerpo necesita estímulo durante todo el año.