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Semana 33: Día 231: Un dinosaurio desaparece

Hoy falleció Jorge Rafael Videla, un personaje siniestro que nunca pasó por este blog. Pero, indirectamente, marcó mi vida y la de todos.

No quiero espantar a nadie con un post de contenido político. Este blog es autorreferencial y más o menos biográfico. Lo cierto es que nací en diciembre del 77, en plena dictadura, así que el tema me marcó aunque sea tangencialmente. Cuando estudiaba Ética y Deontología Profesional, en la carrera de Diseño Gráfico, vimos un documental llamado «Generación Golpe». Y todos los que nacimos en esa década, inmersos en ese gobierno de facto, somos de la Generación Golpe.

Alguna vez fantaseé con ser hijo de desaparecidos. Porque es imposible haber nacido en esa época y no pensarlo aunque sea una vez. Por ahí Santi, mi hermano mellizo, se lo planteó menos porque es un calco de nuestro padre, pero yo tengo mucho de ambos. Antes de empezar con Semana 52, mi mamá decía que mi físico era como el de su lado de la familia (Villafañe), y después, habiendo adelgazado, salió a flote el perfil genético de los Casanova. No, hoy no tengo dudas de mi identidad, pero que te lo preguntes una o mil veces es parte de un legado tristísimo de esos años horrendos.

Hoy se habló mucho de la figura de Videla y su impacto en Argentina (Felipe Pigna dice que fue uno de los que más mal le hizo a esta nación, acrecentando la deuda externa y vaciando al país). Me gustó lo que dijo el cantante Horacio Guaraní, siendo que casualmente hoy era su cumpleaños. Videla era un pobre tipo. Alguien que estudió cómo matar y se dedicó a eso. ¿Para qué malgastar bronca en alguien tan patético?

Y, como no puede faltar, están quienes lo defienden. Quienes creen que la historia lo reivindicará. Me dio mucha amargura leer esta clase de comentarios en las redes sociales. A casi 40 años del golpe militar, creo que la historia ya dejó en claro cómo serán recordados todos los responsables del terrorismo de estado.

Hoy escuché sonar el tema «Los Dinosaurios«, uno de los más hermosos que le escuché a Charly García. Se lanzó en 1983, justo en el año en que la dictadura de la Junta Militar llegaba a su fin. El rock nacional sirvió para expresar todas esas cosas que no se podían decir. Claramente esta canción habla de los desaparecidos, de todas las cosas hermosas de la vida que pueden esfumarse. Pero entre tanto dolor (la voz de Charly, casi como un quejido, me pone la piel de gallina), la letra cierra con un «pero los dinosaurios van a desaparecer». Creo que es una celebración de que ningún mal es eterno.

Videla, el tipo que cuando fue presidente (de facto) nos prohibió a todos leer «El Principito», murió esta mañana, solo, en una cárcel común, por causas naturales. Aunque estaba preso por sus crímenes, tuvo una muerte mucho más digna que los 30 mil desaparecidos de 1976 a 1983. Podemos estar insensibilizados a esta altura por ese número, pero tengamos en cuenta que la siguiente dictadura latinoamericana con más muertos es Chile, con 3 mil.

No se me ocurre otra forma de cerrar este post con la letra de Los Dinosaurios, de Charly García. Mañana me voy a correr, aunque haga frío, y voy a agradecer vivir en un país donde los dinosaurios ya desaparecieron.

Los amigos del barrio pueden desaparecer
los cantores de radio pueden desaparecer
Los que están en los diarios pueden desaparecer
la persona que amas puede desaparecer

Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle
pueden desaparecer en la calle.

Los amigos del barrio pueden desaparecer
pero los dinosaurios van a desaparecer

No estoy tranquilo, mi amor
hoy es sábado a la noche un amigo está en cana
Oh, mi amor, desaparece el mundo

Si los pesados, mi amor,
llevan todo ese montón
de equipaje en la mano.
Oh, mi amor, yo quiero estar liviano.

Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada
imaginen a los dinosaurios en la cama.

Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada
imaginen a los dinosaurios en la cama.

Los amigos del barrio pueden desaparecer
los cantores de radio pueden desaparecer
Los que están en los diarios pueden desaparecer
la persona que amas puede desaparecer.

Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle
pueden desaparecer en la calle.

Los amigos del barrio pueden desaparecer
pero los dinosaurios van a desaparecer

Semana 33: Día 230: Los 60 km de la Aurora del Palmar

palmar04

Hoy, después de mi insistencia, vuelvo a cederle el puesto de redacción del blog a Vanessa, quien reseñará una ultramaratón a la que no pude acudir por mis compromisos con la Feria del Libro y por mi (ya curada) lesión en el tibial. Fue una carrera a la que asistieron varios de mis compañeros de los Puma Runners (a los que también se los conoce como los LionX, tal como lo describe ella en su crónica), así que, desde la lejanía, sentí que acompañaba en cada tramo:

Dado que el blog de MartAn –quien cariñosamente siempre me deja lugar para invadirle el blog con pequeños relatos– es de running, me limitaré a describir brevemente las noches previas a la carrera, para luego pasar a describir mis primeros 60 km. De antemano me disculpo por cómo voy a escribir… lo culpo a Kerouac, y su narración, dado que distintas novelas suyas me han acompañado esta última semana en el tren.

La Previa
Salimos el jueves rumbo al norte. No sabíamos muy bien dónde íbamos a ir, sabíamos que el destino era llegar a la Aurora del Palmar para el sábado, que es cuando teníamos la reserva, pero el jueves no tenía destino todavía. En algún momento de la Panamericana, Germán (nuestro entrenador) sugiere la idea “¿y si vamos a Rosario?”. Enseguida Lean y yo (los otros 2 viajeros del auto del jueves) asentimos a esa idea. ¡¡Rosario!! ¡Qué buena idea había tenido! Pasamos todo el día en esa ciudad, y tras una cena en el tradicional Cairo, seguida por unos tragos en Rock & Feller’s (altamente recomendados), volvimos para el hotel a dormir.

Yo había sido responsable de activar el despertador (en una de las 234 vueltas que doy antes de dormir) para llegar al desayuno al día siguiente, y partir hacia Colón. Por supuesto sonó el despertador, y me levanté para apagarlo y dormir 5 minutos más… Eran las 11 menos 20 y teníamos que entregar la habitación en 20 minutos. Chau idea del desayuno, y de la ducha tranquila a la mañana. Aproveché a entrar a ducharme velozmente, y mientras los chicos terminaban de empacar hice el checkout, y volvimos a la ruta.
El camino más directo y menos repetitivo hacia Colón era por Victoria. Aprovechamos a cruzar el siempre majestuoso puente Rosario–Victoria, con sus vistas a la ciudad del Monumento a la Bandera, y descubrir nuevas ciudades. Obviamente, que con nuestros desvíos, turismo, escalas de comida, y escalas de baño mías (siempre frecuentes en los viajes); llegaron a Colón antes los chicos.

Nos encontramos con ellos en el Sótano de los Quesos, los chicos pidieron una gran gran picada con cerveza, y yo los acompañe en espíritu y cuerpo, mientras comía mi choclo con agua. Tras este festín, nos quedaba tiempo para recorrer la ciudad, realizar la tradicional escala por los fichines (en este caso con torneo de tejo y Daytona – creo que Germán gano el tejo, y el Daytona terminó en empate por una mala maniobra mía en los últimos 3 segundos de la carrera… ahora se cómo se sienten los jugadores de fútbol a los que les dan vuelta el partido sobre el final del partido). Ya mas tranquilos después de la maratónica sesión de fichines, jugamos un truco en la plaza, fuimos al boliche y llegamos, tras muchos desvíos, al reservado hotel para la carrera.

La Competencia
La Aurora del Palmar es un lugar sin desperdicio, aprovechamos el sábado para relajarnos, descansar en equipo, jugar un poco al truco (nuevamente), a pasar la pelota de rugby (algún día aprenderé como es que se pasa correctamente), tomar te, y dormir.

Eran las 4 de la mañana, el pelado nos contaba su odisea nocturna tras una noche de ronquidos de Marcelo en la habitación, por mi parte yo sometí a lean a una noche hablada (si… hablo mientras duermo). Habíamos cenado en el pueblo cerca de la aurora del palmar la noche anterior –en una parada de colectivo para ser más precisa, lo cual era el único restaurante a la vista– Marce me recordaría del sabor de los fideos en distintas instancias de la carrera, pero ese no es el objetivo del presente relato.

Para variar, y por más que la cabaña estaba a menos de 200 metros de la largada (!!!!), largamos tarde (la largada era a las 5:00 am, y largamos 5:03). A poco más de  300 metros de la largada, y con 60 km por delante (59,7 para ser exacta), nos hicieron cruzar el primer arroyo. El Pelado se tiró al arroyo delante del grupo de los que largamos tarde (+2 personas que habíamos alcanzado). El agua le llegaba a mitad del pecho. Nos gritaba a Marce y a mi “¡Vamos! ¡Vengan al agua! Que alguien cruce adelante mío…”. Nosotros mirábamos como gatos que no queríamos mojarnos con agua. Vimos que uno de los otros corredores (de ese grupito de 2) cruzo a menos de 3 metros de donde había entrado el pelado al agua, y que el agua solamente le llegaba a la cintura… sin pensar en el espíritu de equipo, y priorizando egoístamente nuestro instinto de mantenernos fuera del agua por un tiempito más, cruzamos por donde había cruzado ese otro corredor… por esos 3 metros de distancia, del punto desde donde se había tirado el pelado.
Antes de decir cómo fue la salida del arroyo, debo mencionar brevemente, que tras una larga decisión filosófica entre nuestros pies y nosotros, todos optamos por correr con las zapatillas livianas, por lo que salir del agua patinando por el barro fue poco glamoroso. Ahora si.. ya sin miedo al agua, empezamos a recorrer los 59,7 km que nos quedaban de carrera, a un poco más de las 5 de la mañana, con las zapatillas mojadas y el espíritu de aventura finalmente activado.

Los próximos 6 km fueron tranquilos, por calle interna del palmar, siguiendo huella de camionetas. Había ocasionalmente agua, arena, pastito, agua, arena, los famosos “hidrátense” del pelado, y los “chicos.. en serio, vayan a su ritmo, no se tienen que quedar al ritmo pedorro mío, despéguense cuando quieran” (debo mencionar en este momento que Marcelo, por más que podría haber terminado cómodamente en poco tiempo la carrera jamás jamás se separó más de 10m de mi lado en la carrera, por lo que le estaré eternamente agradecida).

Cruzamos un arroyo, seguimos corriendo por distintas superficies, arena, agua, pasto, etc etc… y el sol lentamente y tímidamente comenzaba a subir. Al pelado lo perdimos a los 8 km de la largada aproximadamente (poco después del arroyo), él debía mantener un ritmo alto para poder correr con su hijo 15 km, después de completar la carrera de 60 km, y yo mantenía un ritmo inferior al que debía mantener él.

Pasó el primer puesto de hidratación, lentamente comenzaban a circular autos por las calles, y nos acercamos al segundo puesto de hidratación (alrededor del km 32). Mi cabeza ya estaba en las charlas con Marcelo, y los paisaje – Si, la corredora de calle, que frecuentemente corre con su ipod, estaba corriendo en aventura, con zapatillas embarradas y enarenadas, sin usar el ipod –… Volviendo al relato de la carrera, llegamos al segundo puesto de hidratación. Acá nos reencontramos con el Pelado. Su rodilla tenia del lado de atrás una pelota del tamaño de una pequeña, y levemente deforme, pelota de golf. Tras consultarle si quería seguir o volver (obviamente el pelado iba a terminar la carrera), comenzamos los 8 km por las vías. La mayoría de este circuito era por piedras (como suele haber a los costados de los durmientes).  Decidimos caminar por este circuito a modo de no lesionarnos los tobillos (¡y una caminata ligera ayudaba a recuperarnos!).

Hubo un punto donde nos perdimos porque no entendimos bien la señalización. Bajamos de las vías a la izquierda, y a la derecha… miramos un buen rato, hasta que un señor de aproximadamente 70 años, que estaba tomando mate sobre un puente del tren, dijo que los otros corredores habían seguido derecho.
Ya con el camino nuevamente indicado, continuamos hacia nuestro destino: los 60 km.

Pasaron los kilómetros con vías, agua, barro, arena, puestos de hidratación, ¡y llegamos –finalmente– a la parte de las palmeras! ¡¡¡Qué lindo Paisaje!!! Estar corriendo entre las palmeras era surrealista. Ahora entendía porque es que Lucas Bylo había elegido ese circuito y ese  momento para llegar a las palmeras.
Tras un encuentro con una vaca que miraba al pela con muy mala cara (se ve que sabía que el pelado ya estaba pensando en comer una hamburguesa, o una milanesa), llegamos a los bosques.

Ya se le estaba pasando el efecto del diclofenac al Pelado, y se notó en el descenso de ritmo, y la complicación que tuvo el bosque. Esta parte fue muy dura para él ya que no podía doblar la rodilla. Con Marce sacábamos las ramas (alambres, y otras cosas) del camino, y buscábamos entre las ramas algo que sirva de bastón, para alivianarle un poco los 8km restantes al pelado. Cada vez que pasábamos una tranquera, o un alambrado veíamos en su rostro el aumento del dolor para poder pasar los obstáculos.
A los 2 km de la llegada nos despegamos del Pela. Él nos pidió que buscáramos a Germán (el Conejo – nuestro entrenador) para que lo ayude a cruzar el arroyo del final. A medida que nos acercábamos a la línea de llegada, y al arroyo, veíamos que nuestros amigos se acercaban a nosotros para recibirnos. Fue una llegada sumamente emotiva!. Cruzamos la línea, nos abrazamos con todos, y volvimos hacia el arroyo para recibirlo al Pelado, y volver a cruzar con él la llegada.

“I felt like lying down by the side of the trail and remembering it all” ― Jack Kerouac, The Dharma Bums
Fue una gran carrera, llena de emociones, donde los vínculos humanos pasaron a primer plano. Sin importar si hay 4, 8, 10, 21, 42, o más km en una carrera; cada vez más estoy notando que la motivación para llegar es ver la cara de mis amigos, esperando en la llegada, con una sonrisa y un abrazo. Cada uno de ellos me acompaño a su manera los 60 km… pensábamos en los consejos que nos darían Lorena y Dany si estuviesen ahí con nosotros; pensamos en Lean –y su familia– a lo largo de toda la carrera (por más que él no pudo correr los 60 km por motivos familiares, nos acompañó en cada uno de los kilómetros), pensábamos en nuestros amigos, con quienes habíamos compartido el partido de truco la noche anterior; y en todos los LionX (y ex–LionX) que nos enviaban mensajes de whatsapp desde Buenos Aires, para alentarnos en el camino, y ver cómo estábamos.

Como cereza sobre el helado, cuando fuimos a lavar las zapatillas estaba la entrega de premios, y me enteré de casualidad, cuando llamaron mi nombre, que había logrado podio entre las Damas.  Estoy eternamente agradecida a todos los que me ayudaron a esto, y en esta carrera en especial a mis amigos y compañeros de auto, y a Marce quien, como dije anteriormente, no se separó de mi lado en la carrera (por más que tuve mis muchas escalas técnicas).

¡¡¡¡Vamos por más!!!!

Semana 33: Día 229: Llegó el invierno

Bueno, es cierto que al otoño le queda más de un mes. Pero el contraste entre la temperatura de esta semana y la anterior es increíble. Nuestro cuerpo está muy bien adaptado a los cambios climáticos, y por eso hemos conquistado gran parte del planeta… pero nadie está preparado para un descenso de 10 grados en el termómetro.

Pongo en tema a los lectores extranjeros: Bueno Aires está en el Hemisferio Sur, donde actualmente es otoño, mientras que en el Hemisferio Norte es primavera. Puede sonar a una obviedad, pero eso es porque nosotros (los sudacas) estamos acostumbrados a mirar hacia el primer mundo, añorando una Navidad con nieve y no estar comiendo nueces y garrapiñadas con 35 grados centígrados. Me he cruzado con mucha gente de otros países que, por no haber viajado al exterior de su propio continente, desconocía esta distinción.

Así que, después de haber estado entrenando en musculosa y pantalón corto, hoy llegó el turno de desempolvar las calzas y los guantes. Después de haber sufrido varias veces el clima de la montaña, estoy bastante bien preparado para el abrigo de corredor. Creo que soporto más el calor que el frío, aunque haya gente que prefiera lo inverso. Mientras corría no tuve ningún problema. El tema era frenar y enfriarse al toque.

Ha pasado mucho tiempo desde que Emil Zatopek entrenaba corriendo en la nieve, con sus borceguíes y su mujer a caballito. Ahora tenemos ropa liviana, rompevientos y muy abrigada. El entrenamiento de hoy incluía varias progresiones que no pude hacer sin guantes. Las extremidades, así como todo lo que sobresale de la cara (nariz, orejas) es lo que más tenemos que proteger del frío, porque es donde más lo sufrimos. No tiene sentido torturarse y hacerse el macho, siempre es mejor prevenir y tener algo de manga larga y un pañuelo (buff) de repuesto en la mochila. Nunca se sabe cuándo este clima traicionero va a hacer de las suyas.

No tenemos que olvidarnos de que, por más que haga un frío de escupir bolitas de hielo, tenemos que hidratarnos. El clima congelado puede hacer que no nos demos cuenta de que hay que reponer líquido. Este pre-invierno no tiene que disuadirnos de entrenar. Igual pudimos disfrutar, con nuestros compañeros de los Puma Runners y otros valientes, de una noche de entrenamiento. Yo de a poco voy volviendo a mis niveles anteriores, aunque siempre aparece un dolor nuevo en el camino. Está todo bien, son señales de que hay puntos en el cuerpo que hace falta reforzar. Y todo lo que sembremos en estos meses gélidos es lo que vamos a cosechar en la primavera y el otoño. Por falta de prevesibilidad o por fiaca nos podemos encontrar con que el tiempo se agota, y como millones de personas vamos a esperar a los primeros calores para salir a disfrutar del aire libre. Bueno, aunque sea de noche, haga frío y estemos abrigados hasta las orejas, podemos estar afuera, con el cielo estrellado y vapor saliendo de la boca, y disfrutarlo mucho…

Semana 33: Día 228: Cuando el pánico se apodera de nuestras decisiones

Este tema lo tiré en mi Facebook y se armó un interesante ida y vuelta entre mis amigos. Hubo algunos golpes de puño sobre una mesa virtual, alguno que levantó la voz y otro con el que decidí seguirlo por privado para no armar una polémica desmesurada. Entiendo que sea un tópico sensible, y desde mi poco conocimiento (y gran ignorancia) voy a dar mi opinión, y espero que sea tomada como eso y no como una subestimación o falta de respeto. Hechas todas las innecesarias aclaraciones, comenzamos…

El cáncer es una enfermedad a la que le tenemos mucho miedo. Quizá porque todos conocemos a alguien que la padeció y hasta sabemos de gente que perdió su vida. Pero en gran parte la tenemos presente por los medios de comunicación. Si de algo se han encargado la televisión, los diarios y hasta el cine es de desinformarnos y confundirnos. Hoy salió en todos los medios la decisión de Angelina Jolie de someterse a una doble masectomía para prevenir un posible cáncer mamario. Lo que trascendió es que su madre había muerto de cáncer de ovarios, y una aparente predisposición genética le daba una chance del 80% de padecerlo ella también. Entonces optó por esta resolución.

Los medios, tanto en televisión como internet, hablaban de una «valiente» y «conmovedora» decisión, que seguramente creen que concientizará a otras mujeres sobre esta enfermedad. Pero cuando me enteré de esta noticia, una serie de alarmas se me activaron en mi cabeza, y me recordaron la anécdota que comenta el Dr. Campbell en su libro «The China Study»: una madre, aterrada por el cáncer, consultó a su médico a qué edad podía practicarle una masectomía a su hijita, para así evitar que pasara por el difícil proceso de un cáncer. Me imaginé que con la influencia que tiene una celebridad y el enfoque que le daban los medios, muchas mujeres iban a sentir que una intervención quirúrgica era la mejor opción.

Entonces yo, desde mi Facebook, planteé esto y me animé a preguntar por qué optar por el quirófano como método preventivo, y no por el veganismo. También di la que me parecía la respuesta: mucha gente considera que una masectomía es menos «extremo» que un cambio radical en la dieta. Similar es el caso de los pacientes cardíacos que se someten a un bypass. En realidad no han curado su condición médica, sino que han emparchado algo que está dañado. Esta operación no les evita sufrir un nuevo infarto, como una masectomía no va a impedir que Angelina Jolie contraiga un cáncer (como, por ejemplo, el de ovarios, que le quitó la vida a su propia madre).

Yo creo que esta actriz basó su decisión en el miedo, en el concepto que tiene la gente del cáncer, y nunca consideró que una dieta basada en alimentos vegetales enteros podía ser un tratamiento preventivo exitoso como prevención. Yo sé que cuando planteo esto entre mis amigos, más abierta y pasionalmente, sueno a un fanático religioso, de esos que está esperando que venga su nave espacial para llevarlos a su planeta de origen. Pero nadie me puede negar que nos concentramos en los síntomas y muy poco en las causas. Y los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en confundirnos, tal como lo demuestra el epidemiólogo (y orador) Ben Goldacre, quien lista elementos supuestamente «cancerígenos» al azar, tomados de titulares de diarios. Lo curioso es que también presenta ítems que supuestamente previenen el cáncer, y el café integra ambas listas… (aquí el video, que no tiene desperdicio).

Los medios quieren dar noticias shockeantes y captar la atención de los lectores. La gente busca «el secreto» o ese único alimento que les va a salvar la vida. Entonces una única cosa (el wifi, por ejemplo) puede causar cáncer. Poco importa cualquier otra causa ambiental de los individuos. Y después, un único alimento o bebida (el té verde, por ejemplo), puede prevenir el cáncer en X porcentaje. Rara vez se establece que las cosas funcionan dentro de sistemas, con elementos que coexisten y funcionan coordinados entre sí. Se sabe que una vida sana, con una alimentación cuidada y actividad física regular puede prevenir muchísimas enfermedades, pero pareciera que es algo demasiado complejo a lo que someterse. Siempre buscamos la solución mágica e inmediata, y eso es lo que los medios no dan. Un deus ex machina, una salida rápida.

Pero lamentablemente un problema complejo como el cáncer requiere de una solución compleja, como puede ser patear el tablero y dar vuelta tu plan alimenticio diario. No es un invento, existen médicos que realizan tratamientos con dietas veganas estrictas, y han tenido exitosos resultados en pacientes con problemas cardíacos y enfermos de cáncer, como atestigua el documental «Forks over knives». Seguramente una masectomía va a parecer la solución más rápida para prevenir una enfermedad mortal. Pero solo reduce la posibilidad de contraerla en esa zona, al igual que cortarnos la cabeza nos ayuda a no contraer un tumor cerebral. ¿Hasta dónde podemos seguir «cortando» por miedo a enfermarnos? Y cuando ya nos hayamos sometido a operaciones y tratamientos largos y agotadores, ¿habrá sido después de intentar opciones menos riesgosas e invasivas como una dieta vegana y una vida con actividad física constante?