Camino a mi próximo superobjetivo

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Te recomiendo enormemente tener un amigo de entrenamiento. A veces es alguien de la vida «exterior», o sea una persona que, si no compartieses ese interés en común por el cuidado de la salud, jamás te hubieses cruzado en la vida.

Yo tengo al suerte de que mi amigo de entrenamiento también sea mi socio y mi entrenador. Desde que me mudé a Acassuso, mis días son inmejorables. Estoy sentado en la computadora, trabajando, y suena mi whatsapp. «Te veo a las 15 abajo», que es nuestro código con Germán para juntarnos en las estaciones saludables que instalaron junto a las vías del tren.

Mientras estiramos y durante el descanso entre las series, charlamos de proyectos y de la vida. Se me inundó la casa con la lluvia. Probemos este tipo de fotos en las publicaciones de Facebook. Presentemos esta idea en tal empresa. Generalmente yo escucho, porque me resulta más fácil que hablar (mi fuerte, podría decirse, es escribir). Me gusta sentir que para Germán soy un incentivo en su deseo de entrenar (un alumno que le devuelve eso a su maestro), pero también creo que a veces él necesita una oreja. Después de todo, sus oídos arden todos los días con gente demandándole entrenamiento, qué hacer, qué comer…

Y en nuestra rutina (de ejercicios y de charla), decidí hablar yo. Tenía algo para contarle y quería ver su reacción.

«Ya tengo mi próximo objetivo para Semana 52», solté. Él ya sabía que le estaba quitando el polvo al blog y que en breve iba a volver a escribir. Pero este espacio, sin un mega-super-recontra-archi-objetivo no tiene sentido. Así que, cuando vi que su mirada se posaba en mí y aguardaba en silencio, le dije lo que pensaba hacer dentro de un año.

Se paralizó dos segundos. Se le dibujó una sonrisa, cerró los ojos y se tapó la cara con una mano.

«Y vos me vas a acompañar», lo desafié.

Me dijo que estaba loco. No por lo que quería hacer (que me pidió revelar recién mientras estemos en Pinamar, corriendo nuestra tradicional Adventure Race), sino porque esperaba que él fuera capaz de prepararse y correr todo eso. Es algo nuevo, distinto, lo suficientemente difícil como para mantenerme enfocado otras 52 semanas, pero divertido, y algo que podemos organizar nosotros sin inscripciones, preclasificaciones, cupos, etc.

Pero hizo lo que para mí era más importante, que fue darme su bendición. Si sé que él me va a ayudar, entonces el resto depende de mí. En la vida hay cosas que están bajo mi control, así que esas no me asustan. Y hay otras que están completamente fuera de nuestro control, así que tener a alguien a tu lado también te quita preocupaciones.

Quizá me acompañe corriendo 80 km. Por ahí se anime a 120, 200 km. No importa, si está ahí de punta a punta, los días que me tome lograrlo, es todo lo que preciso. Eso y que sigamos siendo amigos de entrenamiento los próximos 12 meses. Voy a tener que volver a los fondos largos, a ajustar mi alimentación y también las rutinas que hagamos cuando «bajemos» a las estaciones saludables.

Estoy volviendo a sentir cosquilleo en el estómago que producen los desafíos…

Publicado el 11 agosto, 2015 en Semana 52 y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 6 comentarios.

  1. Es importante que nunca dejes de soñar. Y que nunca te rindas. Abrazo Juanca.

  2. sos bueno para escribir! más que para correr! Ah no!, cierto que en eso sos bueno también.
    Vamos para adelante. Quizás yo te acompañe algunos kms. Develaré algún día cuantos. Pero seguro menos que las semanas que faltan para el desafío…. jejeje
    Abrazo grande!

  3. Perdón nnnnnn. …… no pensas decir nada más ………..
    Estimado Martin

    Siendo una fiel admiradora y lectora quiero comunicarte que sufro de ansiedad generalizada.
    No hagas estoooooooo ooooooo

    jajajaja! !!!
    besos
    Pd. sea lo que sea en algún km te hago pata y te espero con una botella de agua.

  4. Y es un desafío solo para vos o está abierto en todo su potencial a otros a quienes también les gustan los desafíos? Chan!

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